Los tumores cerebrales pediátricos son neoplasias que se originan en el cerebro o en la médula espinal de niños y adolescentes. Estos tumores pueden ser benignos o malignos y pueden afectar diferentes partes del cerebro, lo que puede causar una variedad de síntomas dependiendo de la ubicación del tumor.
Algunos de los síntomas comunes de los tumores cerebrales pediátricos incluyen dolores de cabeza, náuseas y vómitos, problemas de visión, problemas de equilibrio y coordinación, convulsiones y cambios en el comportamiento o la personalidad.
El tratamiento para los tumores cerebrales pediátricos depende del tipo y la ubicación del tumor, así como de la edad del paciente y su estado de salud general. El tratamiento puede incluir cirugía, radioterapia y quimioterapia, así como otros tratamientos como terapia ocupacional y física para ayudar a recuperarse después del tratamiento.
Es importante que los padres y los cuidadores estén atentos a cualquier cambio en el comportamiento o la salud de un niño y que informen a su médico si tienen alguna preocupación. La detección temprana y el tratamiento oportuno pueden ayudar a mejorar las posibilidades de éxito en el tratamiento de los tumores cerebrales pediátricos.
Las causas exactas de los tumores cerebrales pediátricos aún no se conocen en la mayoría de los casos. Sin embargo, se han identificado algunos factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar un tumor cerebral en la infancia, como:
Genética: Algunos tumores cerebrales pediátricos pueden ser causados por mutaciones genéticas heredadas de los padres o adquiridas durante el desarrollo fetal.
Exposición a radiación: La exposición a la radiación, ya sea durante el tratamiento de otra afección o debido a factores ambientales, puede aumentar el riesgo de desarrollar tumores cerebrales.
Trastornos hereditarios: Algunos trastornos genéticos hereditarios, como el síndrome de Li-Fraumeni y el síndrome de Turcot, se han asociado con un mayor riesgo de desarrollar tumores cerebrales.
Virus: Se ha descubierto que algunos virus, como el virus de Epstein-Barr y el virus del papiloma humano, están relacionados con ciertos tipos de tumores cerebrales.
Factores ambientales: La exposición a ciertos productos químicos y contaminantes ambientales también se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar tumores cerebrales.
Es importante tener en cuenta que en muchos casos no se puede identificar una causa específica del tumor cerebral pediátrico. Por lo que carece de importancia saber exactamente la causa, para el manejo de la enfermedad.
En general, alrededor de 3 de cada 4 niños sobreviven al menos 5 años después del diagnóstico. Se pueden presentar problemas del sistema nervioso y el cerebro a largo plazo a raíz del tumor en sí o del tratamiento.
A razón de la pandemia del COVID-19, la Asociación Puertorriqueña de Psiquiatras de Niños y Adolescentes (APPNAAPPNA) anunció que se une a la declaración de emergencia de salud mentaldecretada por la Academia Americana de Pediatría por el significativo aumento de casos de niños y adolescentes que requieren atención de psiquiatras.
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“La demanda es exponencial en los servicios de salud mental pediátricos”, así lo indicó la Dra. Karen Martínez, presidenta de la APPNA, quien hizo un llamado a las autoridades nacionales a ofrecer una respuesta de emergencia que vincule a todos los sectores de la comunidad médica para sumar esfuerzos, puesto que no existe una estrategia clara.
Estadísticas recientes indican que en Estados Unidos las tasas de problemas de salud mental infantil y suicidio aumentaron constantemente entre 2010 y 2020 y para 2018, siendo el suicidio la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes de 10 a 24 años.
Martínez mencionó que a razón de esto, un grupo de investigadores de Puerto Rico publicaron un estudio el cual reveló un aumento en síntomas de estrés postraumático y síntomas depresivos en la población pediátrica. De igual modo, los sismos en el sur de la isla también han dejado huellas en la salud mental de los más vulnerables.
Los desafíos que enfrentan los niños, niñas y adolescentes están causando disfunción en la vida de nuestra población pediátrica por lo que hacemos un llamado a los legisladores en todos los niveles de gobierno y defensores de los niños y adolescentes para que se unan a nosotros en esta declaración y aboguen por lo siguiente:
· Aumentar los fondos estatales y federales dedicados a garantizar que todas las familias y los niños, desde la infancia hasta la adolescencia, puedan acceder a exámenes, diagnósticos y tratamientos de salud mental, basados en la evidencia, para abordar adecuadamente sus necesidades de salud mental, con especial énfasis en satisfacer las necesidades de las poblaciones de escasos recursos.
· Abordar los desafíos regulatorios y mejorar el acceso a la tecnología para asegurar la disponibilidad continua de telemedicina para brindar atención de salud mental a todas las poblaciones. Esto incluye, en Puerto Rico, mejorar los sistemas para poder brindar recetas de medicamentos de manera electrónica.
· Aumentar la implementación y la financiación sostenible de modelos eficaces de atención de la salud mental en las escuelas, incluidas las estrategias clínicas y los modelos de pago.
· Acelerar la adopción de modelos efectivos y financieramente sostenibles de atención integral de salud mental en pediatría de atención primaria, incluidas estrategias clínicas y modelos de pago.
· Fortalecer los esfuerzos emergentes para reducir el riesgo de suicidio en niños y adolescentes a través de programas de prevención en escuelas, atención primaria y entornos comunitarios.
· Abordar los desafíos constantes de las necesidades de atención aguda de niños y adolescentes, incluida la escasez de camas y el alojamiento en salas de emergencia, ampliando el acceso a programas de reducción de la dependencia de pacientes hospitalizados, unidades de estabilización de corta estancia y equipos de respuesta basados en la comunidad.
· Financiar por completo el sistema de atención integral basado en la comunidad que conectan a las familias que necesitan servicios y apoyos de salud conductual para sus hijos con intervenciones basadas en evidencia en su hogar, comunidad o escuela.
· Promover y pagar los servicios de atención basados en trauma que apoyan la salud relacional y la resiliencia familiar.
· Acelerar las estrategias para abordar los desafíos de aumentar la fuerza laboral en salud mental-infantil, incluidos programas de capacitación innovadores, reembolso de préstamos y esfuerzos intensificados para reclutar poblaciones subrepresentadas en profesiones de salud mental, así como atención al impacto que la crisis de salud pública ha tenido en el bienestar de los profesionales de la salud.
“Menos de 1 de cada 5 niños con diabetes tipo 1 pueden mantener con éxito su glucosa en sangre en un rango saludable con el tratamiento actual, lo que puede tener graves consecuencias en su salud y calidad de vida a largo plazo. (…) Investigaciones anteriores mostraron que el sistema probado en este estudioera seguro y eficaz para personas de 14 años o más. Esta prueba ahora nos muestra que este sistema funciona en un entorno del mundo real con niños más pequeños “, dijo el Dr. Guillermo Arreaza-Rubín, director del Programa de Tecnología para la Diabetes del NIDDK y científico del proyecto para el estudio.
Cómo funciona el dispositivo
Este método, el cual es conocido como páncreas artificial o circuito cerrado, funciona mediante un control de la diabetes que funciona todo en uno. Su objetivo es rastrear los niveles de glucosa en sangreusando un monitor continuo de glucosa (CGM) y administrar automáticamente la insulina cuando es necesario usando una bomba de insulina.
Este dispositivo tiene múltiples beneficios, entre los que se destaca no depender de las pruebas por punción digital o CGM con la administración de insulina mediante múltiples inyecciones diarias o una bomba controlada por el paciente o el cuidador.
Metodología
Para conocer los resultados antes descritos, los investigadores inscribieron a 101 niños de entre 6 y 13 años. Posteriormente, se asignaron a un grupo experimental, que utilizó el nuevo sistema de páncreas artificial, o al grupo de control que utilizó un MCG estándar y una bomba de insulina separada. Los registros y la recopilación de datos se realizaron cada dos semanas durante cuatro meses.
Los participantes del estudio recibieron instrucciones de continuar con su vida diaria para que los investigadores pudieran comprender mejor cómo funciona el sistema en las rutinas típicas de los niños.
Este ensayo clínico evidenció que los jóvenes que usaban el sistema de páncreas artificial tenían una mejora del 7% en mantener la glucosa en sangre dentro del rango durante el día, y una mejora del 26% en el control nocturno en comparación con el grupo de control. El objetivo general de tiempo dentro del rango para el páncreas artificial reflejó una mejora de casi el 11%, lo que se tradujo en 2.6 horas más por día en el rango.
“La mejora en el control de la glucosa en sangre en este estudio fue impresionante, especialmente durante las horas de la noche, permitiendo que los padres y cuidadores duerman mejor por la noche sabiendo que sus hijos están más seguros. (…) La tecnología del páncreas artificial puede significar que menos veces los niños y sus familias tengan que dejar todo para cuidar su diabetes. En cambio, los niños pueden concentrarse en ser niños “, dijo el presidente de protocolo R. Paul Wadwa, MD, profesor de pediatría en Barbara Davis Center for Childhood Diabetes en la Universidad de Colorado, Aurora (CU).
¿Efectos secundarios?
Dieciséis eventos adversos, todos clasificados como menores, ocurrieron en el grupo de páncreas artificial durante el estudio, y la mayoría se debió a problemas con el equipo de la bomba de insulina. Ocurrieron tres eventos en el grupo de control. No se produjeron casos de hipoglucemia grave o cetoacidosis diabética durante el estudio.
“Durante décadas, NIDDK ha financiado la investigación y el desarrollo de tecnología para crear un dispositivo automatizado fácil de usar que podría aliviar la carga constante de la diabetes tipo 1, desde pinchazos en los dedos e inyecciones de insulina, hasta los cálculos de dosis de insulina y monitoreo constante mientras mejora el control de la diabetes. los resultados y la prevención de las complicaciones de la enfermedad tanto a corto como a largo plazo “, dijo Arreaza-Rubín. “El páncreas artificial es la culminación de estos años de esfuerzo, y es emocionante ver cómo esta tecnología puede beneficiar a los niños con diabetes tipo 1 y sus familias, y es de esperar que beneficie a todas las personas con diabetes en el futuro”.
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La tecnologia que posee este dispositivo se derivó de un sistema desarrollado originalmente en la Universidad de Virginia (UVA), Charlottesville, con el apoyo financiero del NIDDK. Este metodo del páncreas artificial utilizada en este estudio, el sistema Control-IQ, tiene una bomba de insulina que está programada con algoritmos de control avanzados basados ??en un modelo matemático que utiliza la información de monitoreo de glucosa de la persona para ajustar automáticamente la dosis de insulina.
Según los datos de los ensayos iDCL, Tandem Diabetes Care ha recibido la autorización de la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE. UU. Para el uso del sistema Control-IQ en niños de hasta 6 años.
“A medida que continuamos buscando una cura para la diabetes tipo 1, hacer que la tecnología del páncreas artificial sea segura y efectiva, como la tecnología utilizada en este estudio, disponible para los niños con diabetes tipo 1 es un paso importante para mejorar la calidad de vida y manejo de enfermedades en estos jóvenes “, dijo el Dr. Griffin P. Rodgers, director del NIDDK.
“En 2020 hubo más de 1,5 millones de casos de COVID-19 entre niños en la región, mientras que en los nueve meses de este año ya se han alcanzado más de 1,9 millones infecciones entre niños y adolescentes”, dijo en sus palabras de apertura de la sesión informativa especialmente dedicada al impacto de la pandemia en la niñez y la adolescencia, la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) Dra. Carissa F. Etienne.
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Aunque cuando los niños y adolescentes se infectan generalmente tienden a presentar síntomas leves o no presentar síntomas, la COVID-19 puede causar una enfermedad grave que requiere hospitalización sobre todo si presentan afecciones subyacentes como diabetes, sobrepeso u obesidad.
“Los niños y los jóvenes también se enfrentan a un riesgo significativo de enfermedad por SARS-CoV-2. La pandemia también está afectando la salud de los niños de otras formas”, indicó la Dra. Etienne, quien lamentó que la mitad de los adolescentes ha experimentado un aumento del estrés o la ansiedad durante la pandemia, pero los servicios de salud mental y apoyo siguen estando fuera del alcance de muchos.
“A medida que más adultos reciben sus vacunas contra la COVID-19, los niños -que aún no pueden ser vacunados en la mayoría de los países están representando un mayor porcentaje de hospitalizaciones e incluso de muertes por COVID-19”, indicó la Dra. Etienne.
Además, la directora de la OPS señaló que muchos niños de la región se están perdiendo los controles médicos anuales de rutina, así como las vacunas regulares debido a las interrupciones generalizadas de los servicios de salud. “Los servicios de salud sexual y reproductiva también siguen interrumpidos en más de la mitad de los países de la región, lo que impulsa uno de los mayores aumentos en embarazos deadolescentes que hemos visto en más de una década”, alertó la Dra. Etienne.
La OPS sugiere que los niños y adolescentes deben practicar las medidas de salud pública de eficacia probada como el distanciamiento físico, el lavado de manos frecuente, el uso de mascarillas y evitar lugares concurridos, además que deben someterse a pruebas si desarrollan síntomas o sospechan que están enfermos.
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Vacunación a las niñas, niños y adolescentes
Respecto a la vacunación para este grupo de edad, el Dr. Jarbas Barbosa, subdirector de la OPS, apuntó que solo la vacuna de Pfizer/BioNTech tiene la autorización por la Organización Mundial de la Salud (OMS), para su uso en adolescentes, en tanto que la vacuna de Moderna, ha solicitado la revisión de sus datos para que se pueda utilizar en adolescentes de los 12 a los 15 años.
“Se tiene que revisar de manera muy cuidadosa las informaciones que presentan los productores sobre los ensayos clínicos que hicieron con adolescentes y niños para asegurar que son vacunas que sí se pueden utilizar en ese grupo”, recalcó el Dr. Jarbas Barbosa.
La directora de la OPS recordó que al comienzo de la pandemia, el virus estaba teniendo un impacto desproporcionado en los adultos mayores y como resultado, demasiados niños y jóvenes todavía no creen que están en riesgo, “debemos cambiar eso, es importante que los niños y adolescentes comprendan el riesgo de enfermarse y el papel que desempeñan en la prevención de la transmisión del COVID-19”, concluyó la Dra. Etienne.
Siga a Pablo Hernández Mares de Medscape en español en Twitter @pablohmares.
NUEVA YORK, USA. Aunque la mayoría de los niños y adolescentes con cáncer afectados por COVID-19 por lo general presenta un cuadro clínico leve, 20% desarrolla enfermedad grave o muy grave, según los nuevos datos del Registro Global de COVID-19 y Cáncer Pediátrico.
El análisis, que abarcó 1.500 pacientes pediátricos con cáncer y COVID-19 de 131 hospitales en 45 países, demostró que 67% de los más de 1.300 con datos de seguimiento estuvo hospitalizado y 18% requirió ingreso o traslado a un nivel de atención más alto por COVID-19.
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También reveló que 4% de los niños falleció debido a la infección, una tasa 4 veces más alta que la notificada en la población pediátrica en general, comunicó el equipo del estudio en The Lancet Oncology.
“Los resultados demuestran de manera clara y definitiva que a los pacientes pediátricos con cáncer les va peor cuando desarrollan COVID-19 que a los pacientes pediátricos sin cáncer”, señaló la autora para correspondencia, Dra. Sheena Mukkada, del St. Jude Children Research Hospital, en Memphis, Estados Unidos.
También se vio afectado el tratamiento oncológico. Se suspendió la quimioterapia en 45% de los pacientes pediátricos que recibían tratamiento activo y se efectuó alguna modificación del tratamiento oncológico en 56% de los pacientes con tratamiento activo.
Los investigadores también identificaron varios factores clínicos relacionados con el paciente, como linfopenia y neutropenia, que se asociaron con COVID-19 más grave.
“El hallazgo de mejores desenlaces relacionados con linfopenia y neutropenia indica que podría ser prudente retrasar el tratamiento mielosupresor y reductor de linfocitos durante la infección activa si es factible en pacientes con otros factores de riesgo para enfermedad grave”, señalaron.
“Asimismo, los pacientes que recibieron o que van a recibir tratamientos intensivos dirigidos al cáncer han de priorizarse para que tengan acceso temprano a la vacunación, si es lo apropiado y a otras intervenciones terapéuticas de apoyo cuando los recursos sean limitados”, añadieron.
“Esta colaboración global ayuda a los profesionales clínicos a tomar decisiones basadas en evidencia sobre la prevención y el tratamiento, que lamentablemente siguen siendo relevantes mientras continúe la pandemia”, destacó la Dra. Mukkada.
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El Registro Global de COVID-19 y Cáncer Pediátrico fue iniciado por el St. Jude Children’s Research Hospital y la International Society of Pediatric Oncology(SIOP). El registro continúa inscribiendo a pacientes de todo el mundo.
“El registro está basado en la notificación voluntaria de casos de infección por el SARS-CoV-2 confirmada mediante laboratorio en pacientes pediátricos (< 19 años) que tienen un diagnóstico actual o previo de cáncer o que han recibido un trasplante de células progenitoras hematopoyéticas”, explicaron los autores en su ensayo.
“Al trabajar en conjunto para crear este registro global hemos permitido a hospitales de muchas partes del mundo compartir y aprender rápidamente cómo la COVID-19 está afectando a los pacientes pediátricos con cáncer”, comentó la presidenta de la International Society of Pediatric Oncology, Dra. Kathy Pritchard Jones.
“Los resultados tranquilizan en el sentido de que muchos niños pueden continuar su tratamiento oncológico con seguridad, pero también resaltan las manifestaciones clínicas importantes que pueden predecir una evolución clínica más grave y la necesidad de mayor vigilancia para algunos pacientes”, añadió la Dra. Pritchard.
La financiación del estudio fue proporcionada por American Lebanese Syrian Associated Charities y el National Cancer Institute.
Traducido y adaptado por el equipo de Medscape en español.
Pfizer’s COVID-19 vaccine could be authorized for ages 5-11 by the end of October, according to Reuters.
The timeline is based on the expectation that Pfizer will have enough data from clinical trials to request FDA emergency use authorization for the age group near the end of September. Then the FDA would likely make a decision about the vaccine’s safety and effectiveness in children within about 3 weeks, two sources told Reuters.
Anthony Fauci, MD, chief medical adviser to President Joe Biden and director of the National Institute of Allergy and Infectious Diseases, spoke about the timeline during an online town hall meeting Friday, Reuters reported. The meeting was attended by thousands of staff members at the National Institutes of Health.
If Pfizer submits paperwork to the FDA by the end of September, the vaccine could be available for kids around mid-October, Fauci said, and approval for the Moderna vaccine could come in November. Moderna will take about 3 weeks longer to collect and analyze data for ages 5-11.
Pfizer has said it would have enough data for ages 5-11 in September and would submit its documentation for FDA authorization soon after that. Moderna told investors on Thursday that data for ages 6-11 would be available by the end of the year.
On Friday, the FDA said it would work to approve COVID-19 vaccines for children quickly once companies submit their data, according to Reuters. The agency said it would consider applications for emergency use, which would allow for faster approval.
Pfizer’s vaccine is the only one to receive full FDA approval, but only for people ages 16 and older. Adolescents ages 12-15 can receive the Pfizer vaccine under the FDA’s emergency use authorization.
For emergency use authorization, companies must submit 2 months of safety data, vs. 6 months for full approval. The FDA said Friday that children in clinical trials should be monitored for at least 2 months to observe side effects.
BioNTech, Pfizer’s vaccine manufacturing partner, told a news outlet in Germany that it plans to request authorization globally for ages 5-11 in coming weeks, according to Reuters.
“Already over the next few weeks, we will file the results of our trial in 5- to 11-year-olds with regulators across the world and will request approval of the vaccine in this age group, also here in Europe,” Oezlem Tuereci, MD, the chief medical officer for BioNTech, told Der Spiegel.
The company is completing the final production steps to make the vaccine at lower doses for the younger age group, she said. Pfizer and BioNTech will also seek vaccine approval for ages 6 months to 2 years later this year.
“Things are looking good, everything is going according to plan,” Ugur Sahin, MD, the CEO of BioNTech, told Der Spiegel.
Source
Reuters: “U.S. could authorize Pfizer COVID-19 shot for kids age 5-11 in October ― sources,” “U.S. FDA may authorize COVID-19 vaccine for kids based on two months of safety data,” “BioNTech to seek approval soon for vaccine for 5-11 year olds ― Spiegel.”
Los niños pequeños tienen más probabilidades que sus hermanos mayores de transmitir el SARS-CoV-2 en sus hogares, según un análisis de los registros de salud pública en Ontario, Canadá, un hallazgo que cambia la creencia común de que los niños desempeñan un papel mínimo en la propagación de COVID-19.[1,2]
El estudio realizado por investigadores de Public Health Ontario,publicado en versión electrónica en JAMA Pediatrics, encontró que los adolescentes (de 14 a 17 años) eran más propensos que sus hermanos menores a llevar el virus al hogar, mientras que los bebés y los niños pequeños (hasta 3 años) tenían aproximadamente 43% más de probabilidades que los adolescentes de contagiar a otras personas en el hogar.
Los niños o adolescentes fueron la fuente del SARS-CoV-2 en aproximadamente uno de cada 13 hogares de Ontario entre junio y diciembre de 2020, muestra el estudio. Investigadores de Public Health Ontarioanalizaron los registros de salud de 6.280 hogares con un caso de COVID-19 pediátrico y un subconjunto de 1.717 hogares en los que un niño de hasta 17 años era la fuente de transmisión en un hogar.
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Al analizar los datos, los investigadores controlaron las diferencias de género, el mes de inicio de la enfermedad, el retraso de la prueba y el tamaño medio de la familia.
El papel de los niños pequeños en la transmisión parecía lógico para algunos expertos que han estado siguiendo la evolución de la pandemia. “Creo que lo más sorprendente fue cuánto tiempo persistió la narrativa de que los niños no transmitían el SARS-CoV-2”, comentó Sam Scarpino, Ph. D., director general de vigilancia de patógenos en Rockefeller Foundation.
Mientras tanto, el menor uso de mascarillas, el regreso a la escuela y las actividades y el ataque de la variante delta han cambiado la dinámica de propagación, destacó el Dr. Andrew Pavia, jefe del Departamento de Enfermedades Infecciosas Pediátricas de la University of Utah.
“Los adolescentes y los niños en edad de escuela secundaria y preparatoria han tenido tasas de infección mucho, mucho más altas en el pasado. Ahora, cuando miramos las tasas de niños en edad escolar, son las mismas que las de los niños en edad de escuela secundaria y preparatoria, y estamos viendo más y más en los grupos de edad preescolar”, indicó.
Los casos pueden estar subestimados
En todo caso, el estudio puede subestimar el papel que juegan los niños pequeños en la propagación de COVID-19 en las familias, ya que solo incluyó casos sintomáticos como fuente inicial y es más probable que los niños pequeños sean asintomáticos, añadió el Dr. Pavia.
El estudio de Ontario cubre un periodo antes de la vacunación y la propagación de la variante delta. “A medida que aumenta el número de casos pediátricos en todo el mundo, el papel de los niños en la transmisión domiciliaria seguirá aumentando”, concluyeron los autores.
Seguir la higiene respiratoria recomendada es claramente más difícil con los niños muy pequeños. Por ejemplo, padres, cuidadores y hermanos mayores no se mantendrán a 1,80 metros de distancia de un bebé o un niño pequeño enfermo, señalaron la Dra. Susan Coffin, maestra en salud pública, pediatra de enfermedades infecciosas, y el Dr. David Rubin, pediatra y director de PolicyLab en el Children’s Hospital of Philadelphia, en un comentario adjunto.[3]
“Abrazar y tocar son parte integral del cuidado de un niño pequeño enfermo, y eso obviamente conllevará un mayor riesgo de transmisión a los padres, así como a los hermanos mayores que pueden estar ayudando a cuidar a su hermano o hermana enfermo”, escribieron.
Si bien los padres pueden lavarse las manos con más frecuencia cuando cuidan a un niño enfermo, no es tan probable que usen cubrebocas, señaló el Dr. William Schaffner, especialista en enfermedades infecciosas de Vanderbilt University, en Nashville, Estados Unidos.
“Imagino que algunas mamás incluso llevan a un niño enfermo a la cama con ellas. Probablemente sea el contacto extenso que uno tiene con un niño muy pequeño que está enfermo lo que aumenta su capacidad para transmitir esta infección”, agregó.
¿Qué se puede hacer?
¿Qué se puede hacer para reducir la propagación de COVID-19 en los hogares? “La solución obvia para proteger un hogar con un bebé o un niño pequeño enfermo es asegurarse de que todos los miembros elegibles del hogar estén vacunados”, afirmaron la Dra. Coffin y el Dr. Rubin en su comentario.
La American Academy of Pediatrics le escribió recientemente a la Dra. Janet Woodcock, comisionada interina de la US Food and Drug Administration, solicitando que la agencia autorice el uso de las vacunas contra el SARS-CoV-2 para niños menores de 12 años “lo antes posible”, señalando que “la variante delta ha creado un riesgo nuevo y urgente para los niños y adolescentes de todo el país, como también lo ha hecho para los adultos no vacunados”.[4]
Según los informes, la Food and Drug Administration (FDA) pidió a los fabricantes de vacunas de Pfizer y de Moderna que ampliaran los ensayos clínicos en niños, lo que puede retrasar la autorización para los grupos de menor edad.[5]Pfizer ha señalado que planea enviar una solicitud de autorización de uso de emergencia de su vacuna para niños de 5 a 11 años en septiembre u octubre.[6]
Al igual que con la vacunación de adultos, es probable que las dudas o la renuencia sea una barrera. Menos de la mitad de los padres dijeron que es muy o algo probable que sus hijos reciban la vacuna COVID-19, según una encuesta nacional realizada por investigadores de University of California en Los Ángeles, Estados Unidos.[7]
El estudio de Ontario proporciona evidencia valiosa para respaldar la adopción de medidas para proteger a los niños de la transmisión en las escuelas, incluidos los requisitos de usar cubrebocas, realizar pruebas frecuentes y una mejor ventilación, destacó Scarpino.
“No podremos controlar la COVID-19 sin vacunar a las personas más jóvenes”, concluyó.
El Dr. Pavia ha sido consultor de GlaxoSmithKline sobre cuestiones no relacionadas con COVID-19. La Dra. Sarah Buchan, Ph. D., autora del estudio y científica de Public Health Ontario, informó las subvenciones de Canadian Institutes of Health Research para la investigación sobre la influenza, el virus sincitial respiratorio y la COVID-19, y las subvenciones del Canadian Immunity Task Force for COVID-19 fuera del trabajo presentado. La Dra. Coffin informó sobre las subvenciones como coiinvestigador de Centers for Disease Control and Prevention en un sitio de la Unidad de Evaluación de Vacunas y Tratamiento que realiza ensayos de vacunas COVID-19 en niños. Scarpino tiene opciones no ejercidas en ILiAD Biotechnologies, que se centra en la prevención y el tratamiento de la tos ferina. Schaffner es consultor de VBI Vaccines. Medscape