Para quienes no podemos sentarnos al sol y pescar todo el día, lo mejor para prevenir enfermedades autoinmunes podría ser la suplementación con vitamina D y ácidos grasos omega-3 derivados del aceite de pescado, sugieren los resultados de un ensayo prospectivo aleatorizado a gran escala.
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Entre casi 26.000 adultos inscritos en un ensayo aleatorizado diseñado principalmente para estudiar los efectos de la suplementación con vitamina D y omega-3 sobre la incidencia de cáncer y enfermedad cardiovascular, 5 años de suplementación con vitamina D se asociaron con una reducción de 22% en el riesgo de enfermedades autoinmunes confirmadas y la suplementación con ácidos grasos omega-3 por 5 años se asoció con una reducción de 18% en las enfermedades autoinmunes incidentes confirmadas y probables, informó la Dra. Karen H. Costenbader, maestra en salud pública del Brigham & Women’s Hospital, en Boston, Estados Unidos.
“La importancia clínica de estos resultados es muy alta, dado que se trata de suplementos no tóxicos y bien tolerados y que no se conocen otras terapias efectivas para reducir la incidencia de enfermedades autoinmunes”, comentó durante el Congreso Anual del American College of Rheumatology Convergence 2021.
“Las personas tienen que tomar los suplementos durante mucho tiempo para comenzar a ver la reducción del riesgo, especialmente con la vitamina D, pero tiene sentido biológicamente y las enfermedades autoinmunes se desarrollan lentamente con el tiempo, por lo que tomarlos hoy no reducirá el riesgo de desarrollar algo mañana”, manifestó la Dra. Costenbader a Medscape Noticias Médicas.
“Estos suplementos tienen otros beneficios para la salud. Obviamente, el aceite de pescado es antiinflamatorio y la vitamina D es buena para la prevención de la osteoporosis, especialmente en pacientes que toman glucocorticoesteroides. Las personas que por lo demás están sanas y tienen antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes también podrían considerar empezar a tomar estos suplementos”, destacó.
Después de ver su presentación, el comoderador de la sesión, Dr. Gregg Silverman, de la NYU Langone School of Medicine, en Nueva York, Estados Unidos, que no participó en el estudio, comentó: “Voy a la tienda de nutrición GNC para obtener algunas vitaminas”.
Cuando se le pidió un comentario, otra moderadora de la sesión, la Dra. Tracy Frech, de la Vanderbilt University, en Nashville, Estados Unidos, dijo: “Creo que el trabajo de la Dra. Costenbader es muy importante y su presentación excelente. Mi práctica actual es la suplementación con vitamina D en pacientes con enfermedades autoinmunes con niveles bajos y de acuerdo con las guías clínicas de salud ósea. Además, hablo de la suplementación con omega-3 con los pacientes con síndrome de Sjögren como consideración”.
Evidencia
La Dra. Costenbader señaló que en un estudio observacional de 2013 en Francia, la vitamina D derivada de la exposición a la luz ultravioleta se asoció con un menor riesgo de enfermedad de Crohn incidente, pero no de colitis ulcerosa y en dos análisis de datos en 2014 del Nurses’ Health Study, tanto los altos niveles plasmáticos de 25-hidroxivitamina D [25(OH)D] como la residencia geográfica en áreas de alta exposición a los rayos ultravioleta se asociaron con una menor incidencia de artritis reumatoide.
Otros estudios observacionales han respaldado a los ácidos grasos omega-3 por sus propiedades antiinflamatorias, incluido un estudio de cohorte prospectivo danés de 2005 que mostró un menor riesgo de artritis reumatoide en los participantes que informaron niveles más altos de ingesta de pescado graso.[5] En un estudio separado realizado en 2017, los voluntarios sanos con proporciones más altas de ácidos grasos omega-3/lípidos totales en las membranas de los glóbulos rojos tenían una menor prevalencia de anticuerpos antipéptido citrulinado cíclico y factor reumatoide y una menor incidencia de progresión a artritis inflamatoria, añadió.
Estudio complementario
Sin embargo, a pesar de la evidencia no ha habido ensayos prospectivos aleatorizados para probar los efectos de la suplementación con vitamina D o ácidos grasos omega-3 sobre la incidencia de enfermedades autoinmunes a lo largo del tiempo.
Para rectificar esto, la Dra. Costenbader y sus colaboradores incorporaron un estudio complementario al ensayo de vitamina D y omega-3 (VITAL), que tuvo como desenlace primario la incidencia de cáncer y enfermedades cardiovasculares.
Se inscribió un total de 25.871 participantes, incluidos 12.786 hombres de 50 años o más y 13.085 mujeres de 55 años o más.
El estudio tuvo un diseño factorial 2 x 2, con pacientes asignados al azar a recibir 2.000 UI/día de vitamina D o placebo, y luego aleatorizados a recibir 1 g/día de ácidos grasos omega-3 o placebo en la aleatorización primaria de vitamina D y placebo.
Al inicio del estudio se evaluó a 16.956 participantes para determinar los niveles de 25-hidroxivitamina D y el índice de omega 3 en plasma, la proporción de ácido eicosapentaenoico y ácido docosahexaenoico con respecto a los ácidos grasos totales. Los participantes informaron anualmente la línea de base y las enfermedades autoinmunes incidentes, y los informes fueron confirmados por la revisión de registros médicos y los criterios de enfermedad siempre que era posible.
Resultados
A los 5 años de seguimiento se habían producido incidentes de enfermedades autoinmunes confirmadas en 123 pacientes del grupo de tratamiento con vitamina D, en comparación con 155 en el grupo placebo de vitamina D, lo que se traduce en un hazard ratio para la vitamina D de 0,78 (p = 0,045).
En el grupo de omega-3 activo, 130 participantes desarrollaron una enfermedad autoinmune, en comparación con 148 en el grupo de omega-3 de placebo, lo que se tradujo en un hazard ratio no significativo de 0,85.
No hubo interacción estadística entre ambos suplementos. Los investigadores observaron una interacción entre la vitamina D y el índice de masa corporal, con un efecto más fuerte entre los participantes con un índice de masa corporal bajo (p = 0,02). También hubo una interacción entre los ácidos grasos omega-3 y los antecedentes familiares de enfermedades autoinmunes (p = 0,03).
En el análisis multivariado ajustado por edad, sexo, raza y otro grupo de suplementos, la vitamina D sola se asoció con un hazard ratio para la enfermedad autoinmune incidente de 0,68 (p = 0,02), el omega-3 solo se asoció con un hazard ratio no significativo de 0,74 y la combinación se asoció con un hazard ratio de 0,69 (p = 0,03).
La Dra. Costenbader y sus colaboradores reconocieron que el estudio estaba limitado por la falta de una población de alto riesgo o deficiente nutricionalmente, donde los efectos de la suplementación podrían ser mayores; la restricción de la muestra a adultos mayores y la dificultad de confirmar la enfermedad tiroidea autoinmune incidente a partir de los informes de los pacientes.
Cheryl Koehn, de Vancouver, Canadá, defensora de pacientes con artritis, que no participó en el estudio, comentó en la sección chat de la presentación que su reumatólogo “ha recomendado la vitamina D durante años. Dice que básicamente todo el mundo al norte de Boston tiene deficiencia de vitamina D. Tomo 1.000 UI por día. Lo he estado tomando durante años”. Koehn es la fundadora y presidenta de Arthritis Consumer Experts, un sitio web que brinda educación a las personas con artritis.
“De acuerdo. Digo a todos los pacientes que tomen un suplemento de vitamina D”, comentó la Dra. Fatma Dedeoglu, reumatóloga del Boston Children’s Hospital.
El estudio fue apoyado por National Institutes of Health. La Dra. Costenbader, el Dr. Silverman, Koehn y la Dra. Dedeoglu han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
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