Alcohol: especialistas instan a sustituir la fórmula “consumo moderado” por “de bajo riesgo” y contextualizar sus efectos

El consumo de alcohol causa el fallecimiento de dos millones de personas al año en todo el mundo, siendo 20% de estas muertes atribuible a enfermedades cardiovasculares; además la ingesta habitual de esta sustancia es el principal factor de riesgo de muertes prematuras entre los 15 y los 49 años, se expuso en la mesa redonda sobre Alcohol y riesgo cardiovascular.

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Estos y otros datos se dieron a conocer durante el 42 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Medicina Interna (SEMI), en la que se analizó la evidencia científica más reciente disponible en relación al consumo de alcohol y el desarrollo de patologías cardiovasculares en general y de la fibrilación auricular en particular.

“Además del conocido efecto sobre la miocardiopatía alcohólica y la hipertensiónarterial, el consumo de alcohol, aunque sea a dosis equivalentes a un vaso de vino o una cerveza al día, incrementa el riesgo de fibrilación auricular. Así, los estudios epidemiológicos muestran claramente que este consumo, incluso en bajas cantidades, supone un factor de riesgo independiente de fibrilación auricular”, declaró a Medscape en español el Dr. Miguel Marcos Martín, coordinador del Grupo de Alcohol y Alcoholismo de la Sociedad Española de Medicina Interna.

“Este mensaje se refuerza con datos como los arrojados por un ensayo clínico que mostró cómo dejar de beber completamente tras un primer episodio de fibrilación auricular fue eficaz para reducir las recurrencias y, por tanto, es la medida preventiva más efectiva que podemos recomendar si aparece esta arritmia. Asimismo, el consumo de alcohol en pacientes que ya tienen fibrilación auricular está asociado a un mayor riesgo de ictus”, añadió el especialista.

En base a estas evidencias y respecto a su potencial impacto en el caso concreto de los jóvenes, teniendo en cuenta los altos índices de ingesta alcohólica que existen en este segmento de edad de la población española, el Dr. Marcos señaló que el consumo actual en la juventud sigue un patrón de consumo intensivo o binge drinking, “que desde hace tiempo sabemos que está asociado con el desarrollo de arritmias o ‘corazón del día de fiesta’. Sin embargo, aunque con toda seguridad su efecto es perjudicial, dado que es más habitual en jóvenes y que la fibrilación auricular aparece en edades más avanzadas, no tenemos datos a largo plazo para cuantificar este impacto”.

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Contextualizando el efecto “positivo-preventivo”

En la mesa también se abordó el potencial beneficio cardiosaludable del alcohol y el manejo que se debe hacer de los datos e informaciones al respecto.

“La revisión de la evidencia científica disponible ha revelado que el consumo de cantidades moderadas de alcohol se asocia a menor mortalidad total y menor mortalidad cardiovascular, así como a menor incidencia de cardiopatía isquémica o de arritmias, siguiendo una curva en J, la cual refleja que en cantidades bajas el alcohol podría tener un papel ‘protector’, pero también que con el aumento de consumo se elevan la mortalidad total, la mortalidad cardiovascular y la incidencia de enfermedades cardiovasculares”, explicó la Dra. Candelaria Martín, médica adjunta de Medicina Interna del Hospital Universitario de Canarias.

“Sin embargo, al evaluar estos estudios se han encontrado múltiples limitaciones, por ejemplo, que estos trabajos no diferencian el patrón de consumo, no eliminan del análisis a los antiguos bebedores o no ajustan los resultados por algunos factores de confusión. Por el contrario, muchos estudios que sí tienen en cuenta estos factores no encuentran que el consumo de alcohol a dosis bajas o moderadas disminuya el riesgo de muerte o el desarrollo de enfermedades cardiovasculares”, agregó.

En esta línea el Dr. Marcos destacó la necesidad de trasladar a la población los resultados de estas investigaciones que apuntan a los “beneficios saludables” del alcohol de una forma contextualizada, para evitar así que se perciban como una posible justificación del consumo: “Un mensaje que transmito habitualmente es que si vamos a usar el alcohol como un fármaco para prevenir o tratar ciertas enfermedades, también hay que tener en cuenta los efectos secundarios. Los riesgos son ciertos, incluso a bajas dosis, mientras que los beneficios son potenciales y no claramente demostrados”.

“El alcohol no es como el tomate o las zanahorias, que se pueden recomendar sin miedo a los efectos secundarios. Las bebidas alcohólicas deberían verse igual que otros alimentos que claramente no son saludables y por este motivo nadie piensa en recomendar su consumo, por ejemplo los pasteles o alimentos muy ricos en grasas, como el tocino”, añadió el especialista.

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A vueltas con el “consumo ideal”

En este sentido, los especialistas hicieron hincapié en la necesidad de una mayor precisión en las recomendaciones respecto a las cantidades de ingesta alcohólica, concretando qué se entiende realmente por “consumo moderado” o “a bajas dosis”. El Dr. Marcos destacó que el término “consumo moderado” debería sustituirse por el de “consumo de bajo riesgo”, insistiendo en la evidencia de que incluso pequeñas cantidades de alcohol se asocian con un bajo pero significativo incremento del riesgo de determinadas patologías.

“En todo caso, el límite para este consumo de bajo riesgo o moderado se ha ido reduciendo en los últimos años, y en la actualidad se considera que es de 20 g de alcohol al día para los hombres y 10 g para las mujeres. Para definir más esta cantidad, 10 g equivalen a un vaso de vino o una cerveza, como se consumen habitualmente en España”, precisó.

Respecto a si sería necesario hacer más esfuerzos por transmitir el mensaje de evitar la ingesta de alcohol o si por el contrario, esta estrategia es poco realista, teniendo en cuenta los hábitos de la población española, el Dr. Marcos afirmó que la pauta de “alcohol cero” es imprescindible en caso de embarazo, menores de edad, conducción o manejo de maquinaria peligrosa y en presencia de enfermedades o consumo de fármacos que contraindiquen su consumo.

“En el resto de situaciones, el mensaje más adecuado (y menos utópico) es el de ‘alcohol, cuanto menos, mejor’. De esta forma, no debe animarse al consumo a quien no lo hace, bajo ninguna circunstancia y en caso de que ya se tome alcohol, debe indicarse que la mejor opción es no consumirlo o si se quiere mantener la ingesta, limitarla a 1 a 2 bebidas alcohólicas al día”, añadió.

Esta opinión fue compartida por la Dra. Martín, quien recordó que además del impacto a nivel cardiovascular se ha descrito que el consumo de alcohol a dosis bajas incrementa la incidencia de otras patologías como las neoplasias y de los accidentes. “Por tanto, en abstemios nunca debe recomendarse empezar a tomar alcohol (por ejemplo, en base a su hipotético ‘papel protector’) y en los bebedores la pauta a transmitir debe ser que cesen o reduzcan el consumo a la menor dosis posible”.

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Medidas de protección frente a la publicidad “engañosa”

Los participantes en la mesa también pusieron de manifiesto el hecho de que con frecuencia la prensa pone mucho más el foco en los supuestos efectos beneficiosos del alcohol que en los perjuicios que ocasiona en la salud. En este sentido, Julio Basulto, dietista-nutricionista de la Universidad de Vic, en Barcelona, comentó que la publicidad, directa, indirecta y encubierta del alcohol, actualmente “campa a sus anchas”, cuando se sabe que “cualquier consumo de cualquier bebida alcohólica y cualquier patrón de consumo, suponen un elevado riesgo poblacional de desarrollar una adicción a esta sustancia, de contraer enfermedades agudas y crónicas, de sufrir accidentes y de producir daños a terceros, de ahí la necesidad de que los gobiernos implementen políticas públicas que protejan a la población del marketing depredador del lobby del alcohol”.

Basulto incidió en que buena parte de la publicidad de bebidas alcohólicas que recibe la población es a través de titulares periodísticos que pretenden asociar su consumo con supuestos beneficios, principalmente cardiovasculares: “Parte de dichos titulares se apoya en investigaciones observacionales que correlacionan el consumo ‘moderado’ de estas bebidas con una menor incidencia de eventos cardiovasculares. Se trata de investigaciones que obvian que correlación no es causalidad, es decir, que dos hechos sucedan a la vez no prueba que uno cause el otro. Por obvias razones de salud pública, el único mensaje que debe recibir la población es: cuanto menos alcohol, mejor”.

El Dr. Marcos, la Dra. Martín y Basulto han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.

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