Detección temprana de la violencia de género en el Sistema Nacional de Salud

Ante la alerta que han despertado el incremento de denuncias por violencia de género y el repunte de los asesinatos de mujeres tras la finalización del estado de alarma en España, el Consejo Interterritorial del Sistema Nacional de Salud aprobó el pasado miércoles 25 de noviembre un instrumento común para mejorar la detección temprana de la violencia de género en el Sistema Nacional de Salud y la formación específica de profesionales del Sistema Nacional de Salud.

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“Los profesionales sanitarios, desde médicos hasta auxiliares, son las primeras personas que muchas veces tienen acceso a mujeres víctimas de violencia y pueden ayudarles a intentar salir de la situación, primero detectándolo y luego derivándolas y conociendo los recursos que existen. La atención primaria es una puerta de entrada relativamente fácil porque nuestro sistema es de cobertura universal. El 100% de las mujeres en España pasan en algún momento por el sistema sanitario”, expone Isabel Ruiz, epidemióloga y profesora en la Escuela Andaluza de Salud Pública.

Como explica la experta, “aunque estos instrumentos que presenta el catálogo de carácter urgente ya existían y en muchas comunidades autónomas llevan años implementándose, la pandemia ha afectado mucho a la violencia de género y por eso se ha dado el paso de instaurar el cribado universal en todo el territorio”.

Según Ruiz, que desde el 2005 presta apoyo técnico al Observatorio de Salud de la Mujer y es una de las autoras del Protocolo común para la actuación sanitaria ante la Violencia de Género que el Ministerio de Sanidad lanzó en el 2012, “el confinamiento provocó que muchas mujeres víctimas no pudieran acudir a los servicios sanitarios. Sabemos que las llamadas aumentaron muchísimo y que las denuncias también. Y ahora se están haciendo los primeros estudios para ver el impacto que tuvo el confinamiento en la violencia de género. Pero son la punta del iceberg de lo que está ocurriendo”.

Ante el impedimento de acudir a un centro de salud, dos días después del inicio de la cuarentena, el Ministerio de Igualdad aprobó un Plan de Contingencia contra la violencia de género que incluía medidas como teléfonos especializados de información y asesoramiento] Y otras instituciones sacaron adelante distintas iniciativas pioneras, como la mascarilla 19 impulsada por los Colegios Oficiales de Farmacéuticos.[4] “Esta medida se creó pensando en mujeres que se vieran en una situación de riesgo. De forma que pudieran acercarse a la farmacia y pedir una ‘mascarilla 19’ sin levantar sospechas de su maltratado y alertando de su situación al farmacéutico”, explica la especialista en medicina preventiva y salud pública. “Gracias a la facilidad y la repercusión que tuvo fue copiado en Francia, Italia, y hasta países de Sudamérica”, agrega.

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Cómo llevar a cabo la detección temprana de la violencia de género

El nuevo protocolo para abordar de forma temprana la violencia en el sistema sanitario, y que estarán disponibles en el primer semestre de 2022, cuenta con dos instrumentos principales: el cuestionario de detección Women Abuse Screening Tool (WAST) para la detección temprana y Cuestionario de detección Abuse Assessment Screen (AAS).

“La primera es una herramienta de cribado que podemos comparar con una mamografía: hacernos la prueba nos dice si puede haber algo o no, pero hasta que no se hace la biopsia no hay confirmación. El AAS, por otro lado, es un diagnóstico que sirve de confirmación. A la mujer que haya dado positivo en el primer instrumento se la deriva al segundo, con el que podemos confirmar que estamos ante un caso de violencia”, explica Ruiz, que fue responsable de validar el WAST hace más de 10 años y ha escrito diversos artículos científicos sobre la herramienta.

Para la profesora de la Escuela Andaluza de Salud Pública, estas herramientas de detección temprana, que ella tan bien conoce, son tan importantes como la formación y sensibilización del personal. “El cribado tiene que ir acompañado de una buena receptividad de los profesionales. En todas las comunidades se imparte formación, pero debería haber mucha más. Sobre todo, ahora que con la pandemia se ha centrado en la formación en la COVID-19 y sus vacunas”, reclama.

“Generalmente, los profesionales que acuden son los que muestran más interés por el tema o están ya más sensibilizados. El objetivo es llegar a aquellos que no ven la violencia de género como un problema o no les apetece involucrarse. Por eso creo que desde las administraciones debería hacerse mayor hincapié en su importancia y establecer esta formación obligatoria para todo el personal sanitario, incluyendo a los residentes que se están formando en diferentes disciplinas. Para que cuando sean profesionales ya tengan un camino recorrido”, manifiesta.

Las víctimas de violencia de género constituyen el otro foco al que dirigir la sensibilización. “La aceptabilidad de las mujeres depende en gran medida del esfuerzo que se haga desde las administraciones. Un ejemplo muy claro lo vemos con el cribado de cáncer. En función del territorio, muchas más mujeres o menos acuden a hacer la prueba de detención. El problema es el mismo, pero cambia la información disponible y el conocimiento al respecto. Con la violencia de género pasa exactamente lo mismo”, reconoce la epidemióloga, que desde hace más de una década integra la Red Andaluza de Formación Contra el Maltrato a las Mujeres (Red Formma): una plataforma de profesionales sanitarios formados de forma específica en violencia de género y que se encargan de diseñar la formación relativa al tema que se imparte a lo largo de toda la comunidad autónoma.

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Las barreras a la hora de detectar casos de violencia

Aunque existen tanto señales físicas como psicológicas y actitudes concretas derivadas del maltrato que resultan fáciles de detectar, en ocasiones el sistema sanitario se enfrenta con complicaciones. Como señala Ruiz, la primera dificultad es la falta de formación y sensibilización de los especialistas: “esto pasa cuando dentro del catálogo de sintomatologías y en la historia clínica no se incluyen de forma rutinaria preguntas referidas a la detención de violencia de género”.

Por otro lado, debido a las connotaciones judiciales y sociales que implica, también se dan casos donde los médicos muestran su negativa a la hora de abordar esta situación. “A veces, el mismo especialista atiende a toda la familia y el maltratador también resulta ser su propio paciente”, revela Ruiz.

Las propias víctimas también pueden generar resistencia. “Afortunadamente, nuestra sociedad está cada vez más concienciada con la problemática. Pero hay todavía muchas mujeres que, debido a sus circunstancias, no se atreven a abrir la caja de pandora y prefieren seguir sufriendo en silencio”, señala.

“Es importante trabajar en ambas direcciones: alentando al profesional sanitario con herramientas para que pueda detectar sin miedo y apoyar a la mujer alentándola para que pueda salir de su situación, poniendo a su disposición recursos, empoderándolas… Y dándoles tiempo. Hablamos de una violencia que dura, de media, de 6 a 8 años. Así que no podemos esperar que la víctima tome la iniciativa de un día para otro”, señaló Ruiz.

Especialidades médicas como espacios facilitadores para la detención de la violencia de género

Todas las especialidades médicas sirven como puertas de entrada para la detección de casos de maltrato, pero existen espacios más facilitadores que otros. “Algunos servicios son más fáciles como puerta de entrada a la detención de violencia, como la atención primaria, urgencias o ginecología y obstetricia”, expresa Ruiz. Toda mujer embarazada recibe un seguimiento a lo largo de la gestión y acude cada cierto tiempo a los servicios sanitarios, lo que hace que sea más fácil para el personal, desde una matrona hasta una enferma, acercarse a su casa.

Otra área fundamental para detectar la violencia de género es la salud mental. “No hay una mujer que esté siendo maltratada físicamente o psicológicamente que no muestre algunos síntomas como ansiedad, insomnio, depresión… y que se vea obligada a acudir al especialista”.

En la especialidad pediátrica los sanitarios tienen más facilidades para detectar casos. “Muchas veces el impacto de la violencia no solo es para la mujer, sino que también afecta a los niños pequeños, quienes pueden mostrar trastornos importantes como hiperactividad, falta de sueño, ansiedad, bulimia o falta de apetito. Todas estas señales permiten averiguar una situación de violencia en casa”, señala Ruiz y afirma que “cualquier sanitario se va a encontrar con casos de mujeres maltratadas a lo largo de su trayectoria profesional. Por eso tiene la obligación, sin excusas, de formarse y estar preparado”.

Este contenido fue originalmente publicado en Univadis, parte de la Red Profesional de Medscape.

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