Las crisis de salud mental no esperan. Ocurren y necesitan atención lo antes posible. Pero la escasez de psiquiatras en Puerto Rico y la cantidad extrema de trabajo con que cuentan en la actualidad implica que las citas más próximas sean para, tal vez, abril o mayo del próximo año.
Aunque no hay datos estadísticos recientes o confiables sobre la cantidad real de psiquiatras en la Isla, es evidente que los que hay no dan abasto. Conocer cuántos hay en realidad “es el problema más difícil” para la directora del Departamento de Psiquiatría del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico, la doctora Karen Martínez.
“Tienes el número de psiquiatras que están certificados con la Junta de Licenciamiento. El Colegio de Médicos [Cirujanos] también tiene su número de colegiados y uno dice, bueno pues si yo uso esos números pues tengo la cantidad. Pero esos números están inflados porque tenemos algunos psiquiatras, quienes no están necesariamente en la comunidad y atendiendo pacientes, como por ejemplo, en el Hospital de Veteranos, ellos tienen alrededor de 60 psiquiatras que son empleados a tiempo completo”, explicó Martínez.
Además, “tenemos que un fenómeno que ha estado ocurriendo, sobre todo desde el huracán María para acá, y es que tenemos muchos psiquiatras viviendo en Puerto Rico, pero brindando servicios a través de telemedicina para otros estados. Pues realmente no están proveyendo servicios para la población de la Isla”.
Martínez estimó en 500 el total de psiquiatras en el País.
Esta no es una realidad única de Puerto Rico. Según la Asociación Americana de Psiquiatría (APA), se espera que el pico de escasez de estos profesionales de la salud mental llegue a su pico en 2024.
“Los factores que contribuyen a la escasez incluyen una creciente demanda de servicios, la incapacidad de las residencias de psiquiatría para capacitar a suficientes psiquiatras para satisfacer el crecimiento de la población y la tasa esperada de jubilaciones entre los psiquiatras. Además, existen disparidades debido a la distribución desigual de los proveedores de salud conductual en las áreas rurales y porque muchos psiquiatras no aceptan el seguro médico como reembolso”, explicaron las doctoras Shea Jorgensen y Lisa B. Dixon en el portal de la organización.
Martínez sostuvo que otro problema en la Isla es “la cantidad que algunos planes médicos le pagan a los psiquiatras. Hay muchos que han dejado de tomar el plan médico y, entonces, eso se convierte en una limitación adicional para los pacientes que están buscando cita. Obviamente sabemos que la situación económica en Puerto Rico es uno de los estresores que lleva a problemas de salud mental. Entonces: ‘Yo no tengo chavos, por algo estoy buscando ayuda, pero no puedo pagar. Entonces, ¿quién acepta mi plan médico?’. Se convierte en una situación bien estresante”.
De la poca información existente sobre este asunto en el País, la única alusión a los psiquiatras se encuentra en un estudio de 2015 realizado por el Instituto de Estadísticas sobre los Sistemas de Salud Mental en Puerto Rico.
“También se desconoce el porcentaje de psiquiatras que emigran a otros países dentro de los cinco años siguientes a la finalización de su capacitación”, se limita a establecer el informe.
Los profesionales de salud mental también sufren y se drenan atendiendo asuntos emocionales de sus pacientes. Algunos tienen que pausar de forma obligatoria “para que puedan hacer su trabajo de una manera que estén saludables, que no se quemen y que puedan seguir ofreciendo servicios”, indicó Martínez.
Con eso coincidió la psiquiatra Brenda Matos, expresidenta del capítulo de Puerto Rico de la APA, quien comentó a Es Mental que la escasez y la sobrecarga de trabajo “no es nada nuevo”.
“Llevo desde 1999 ejerciendo y siempre hemos tenido tanto trabajo que las citas son dentro de muchos meses”, agregó.
Matos lamentó que algunos no vean que “trabajamos con el corazón”.
“Estamos haciendo lo imposible por poder dar el servicio. Si tenemos que extendernos en las horas lo hacemos. Es nuestro compromiso, nuestra política como profesional, nuestra filosofía, misión y visión”, aseguró.
Igual que reflejan estudios sobre Estados Unidos, en Puerto Rico cada vez son menos los psiquiatras jóvenes que se quedan a ejercer, mientras los de mayor edad se retiran sin sustitutos. Según el estudio, no será hasta después de 2025 cuando empiece a aumentar la cantidad de estos profesionales.
“Lamentablemente, aquí en Puerto Rico no se no valoriza a los médicos, de todo tipo, por nuestro trabajo, con la misma tasa de pago de los planes médicos privados o de Medicare en comparación con Estados Unidos”, lo que implica que muchos prefieran irse de la Isla al culminar sus estudios, dijo Matos.
No es solo el factor económico personal, los gastos en personal de oficina, enfermeros, licencias y otros, para Matos es frustrante y una falta de respeto que los planes médicos decidan por los médicos sobre el tratamiento a los pacientes y se mantengan en una lucha eterna que, a veces, les drena más.
Matos pidió comprensión y respeto al trabajo de los profesionales de la salud mental y, sobre todo, espacio para entender que son seres humanos que se enferman, tienen familias que atender y necesitan descanso para que las situaciones emocionales que atienden a diario no les lleven a un “burn out”.