Los pacientes con artritis reumatoide que responden al tratamiento muestran diferencias únicas en el microbioma intestinal

El microbioma intestinal, que previamente ha demostrado tener una relación con la artritis reumatoide, también puede proporcionar señales de pronóstico para la enfermedad de un paciente, informaron investigadores de la Mayo Clinic.

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“Observamos que el microbioma intestinal está relacionado con la mejora o no de los síntomas clínicos en pacientes con artritis reumatoide”, comentó el coautor principal, Jaeyun Sung, Ph. D. “Encontramos características del microbioma intestinal que se relacionaban con la mejora y las incorporamos también en un modelo de aprendizaje automático que efectivamente puede predecir la mejora en una consulta de seguimiento”. Sung es biólogo computacional en el Mayo Clinic’s Center for IndividualizedMedicine, en Rochester, Estados Unidos.

El estudio retrospectivo observacional de cohortes incluyó 32 pacientes con diagnóstico de artritis reumatoide entre 1988 y 2014. Los investigadores realizaron secuenciación de escopeta metagenómica en 64 muestras fecales mantenidas en un biobanco y recolectadas en dos consultas diferentes a intervalos de 6 y 12 meses. Sung y sus colaboradores observaron rasgos de microbioma significativamente diferentes entre pacientes que con el tiempo mostraron una mejora mínima clínicamente importante y aquellos que no la tuvieron.

El estudio también representó una prueba experimental del uso de la tecnología de aprendizaje automático para analizar el microbioma intestinal con el fin de predecir el curso de la enfermedad, destacó Sung.

El coautor principal, Dr. John M. Davis III, reumatólogo clínico y presidente de investigación de reumatología en la Mayo Clinic, señaló que su propio estudio previo había confirmado disbiosis en personas con artritis reumatoide, en comparación con controles. “Teníamos alguna idea preliminar de que puede estar relacionado en cierta medida con el estado de la enfermedad y quizá los tratamientos. Así que esto nos llevó a hipotetizar que puede haber una relación entre el microbioma intestinal y la respuesta al tratamiento o la actividad de la enfermedad con el tiempo”, puntualizó.

El estudio demostró que la edad era el factor dominante para determinar las variaciones en la composición del microbioma intestinal, pero el siguiente factor predominante fue el estado de mejora mínima clínicamente importante que 12 de los 32 participantes en el estudio lograron en sus consultas de seguimiento. Al inicio todos los pacientes estaban recibiendo algún tipo de tratamiento, sea biofármacos o fármacos antirreumáticos modificadores de enfermedad (46,9% y 87,5%, respectivamente) convencionales o prednisona (46,9%).

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Composición del microbioma intestinal

Los pacientes que lograron una mejora mínima clínicamente importante tuvieron un deterioro promedio en el Clinical Disease Activity Index de 16,7 unidades (desviación estándar [DE]: 12,8) frente a una ganancia de 5,7 (DE: 8,9) en los pacientes restantes. El estudio encontró mayor diversidad y riqueza alfa y mayor diversidad beta a nivel de especie en el grupo que alcanzó mejora mínima clínicamente importante, en comparación con los que no la alcanzaron.

Identificaron seis taxones microbianos más abundantes en pacientes que mejoraron: Negativicutes (clase), Selenomonadales (orden), Prevotellaceae(familia), Coprococcus (género), especies de Bacteroides 3_1_19 (especies) y especies de Bilophila 4_1_30 (especies). En los pacientes que no mostraron mejora se observó que especies de Eubacterium 3_1_31 eran más abundantes (p < 0,05). También se identificaron 15 vías metabólicas que tenían abundancia diferente entre los dos grupos al inicio.

Dos cosas distinguen a este estudio de otros estudios del microbioma intestinal en artritis reumatoide, comentó Sung: no tuvo un grupo de control, solo pacientes con artritis reumatoide y no se evaluó un fármaco específico en pacientes con artritis reumatoide.

“Estamos pensando más allá de solo el fármaco o el tratamiento, independientemente del tratamiento previo, de las mediciones clínicas previas, independientemente de edad, sexo y otros factores, ¿podemos predecir la respuesta de artritis reumatoide con solo utilizar el microbioma intestinal? ¿Hay una relación entre la mejora clínica y el microbioma intestinal?”, agregó Sung.

El estudio también demostró que el microbioma puede ser un objetivo modificable en la artritis reumatoide, destacó el Dr. Davis.

“Esta investigación es atractiva, pues puede complementar el tratamiento médico de la artritis reumatoide si podemos identificar modificaciones alimentarias. Aun así, está la interrogante de que los probióticos o los prebióticos puedan influir en el intestino. ¿Podemos modificar el microbioma intestinal para mitigar más el estado de la enfermedad? Esto es algo que creo una cuestión abierta que se menciona específicamente en nuestro ensayo”, añadió.

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Este estudio incluyó pacientes con enfermedad crónica, pero la investigación actual del grupo se está enfocando en pacientes con artritis reumatoide en etapa más temprana, añadió el Dr. Davis. “Los siguientes pasos tienen que ser validar los hallazgos en poblaciones adicionales y externas y analizar pacientes con la enfermedad en etapa muy temprana donde gran parte de la toma de decisiones es muy activa y ocurre en tiempo real”.

El Dr. James T. Rosenbaum, oftalmólogo y reumatólogo en la Oregon Health & Science University, en Portland, Estados Unidos, reconoció que este es el primer estudio sobre artritis reumatoide enfocado en encontrar un efecto del microbioma intestinal utilizando el criterio de valoración de mejora mínima clínicamente importante.

“Plantea el dilema de la ‘gallina y el huevo’. ¿Mejoraron los pacientes y luego se modificó su microbioma o fue el microbioma el primer cambio que condujo a la mejora clínica? Si lo último es correcto, podríamos alterar el microbioma, por ejemplo, mediante la dieta para tratar la enfermedad reumática”, indicó el Dr. Rosenbaum.

Señaló que los estudios con trasplantes fecales para la colitis ulcerativa respaldan el potencial terapéutico de la modificación del microbioma. “Sin embargo, todavía nos falta mucho camino para poner esto en práctica”.

Cuestionada sobre el estudio, la Dra. Claudia Mauri, Ph. D., profesora de inmunología en el University College London, en Londres, Inglaterra, comentó: “El resultado es promisorio. Desde luego, si esto puede repetirse en una cohorte de pacientes muy grande, nos daría la posibilidad de poder hacerlo, con base en la composición de la microbiota, al predecir quién va a responder al tratamiento o no”.

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Señaló que aun cuando la artritis reumatoide tiene una variedad más amplia de tratamientos disponibles que otras enfermedades autoinmunitarias, algunos pacientes con artritis reumatoide no responden a su primer tratamiento biológico. “Si desde el principio pudiéramos ver quién puede no responder con base en la microbiota, podríamos preparar a los médicos para abordar mejor a estos pacientes por ejemplo, ofreciéndoles un agente biológico alternativo”, señaló la Dra. Mauri.

El Dr. Davis declaró recibir becas para investigación de Pfizer. Sung, la Dra. Mauri y otros coautores del estudio han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. El Dr. Rosenbaum informó que el National Institutes of Health apoya su investigación.

Este contenido fue originalmente publicado en MDEdge, parte de la Red Profesional de Medscape. 

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