En el ámbito hospitalario no son los profesionales de la salud, sino los trabajadores administrativos los que tienen un mayor riesgo de dar positivo en una prueba de SARS-CoV-2, según los resultados de un estudio prospectivo mexicano publicado en American Journal of Infection Control.
“Algo sucede, porque las personas no están volviendo propias las estrategias de prevención y el personal que no trabaja frente a pacientes cada vez se relaja más. En cambio, los que atienden pacientes se están cuidando mucho. Es probable que al inicio de la pandemia el personal administrativo tuviera menos información sobre la importancia de las medidas de protección personal, pero después tuvieron acceso a bastante capacitación sobre el tema”, manifestó a Medscape en español la Dra. Nancy Reynoso Noverón, autora del estudio.
La investigación se realizó en el Instituto Nacional de Cancerología (INCan) un hospital de tercer nivel en México que siguió atendiendo a pacientes con cáncer, por lo que fue clasificado como un hospital no COVID-19. Entre mayo y octubre de 2020, 531 trabajadores fueron entrevistados y donaron muestras nasofaríngeas y de saliva cada dos semanas durante todo el periodo de estudio. En total se realizaron 1.278 pruebas de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa.
La media de edad de los trabajadores fue de 40,5 ± 11,3 años, 72,3% de sexo femenino y 27,6% de sexo masculino. Participaron 352 profesionales de la salud, 146 administrativos, 15 investigadores y 18 trabajadores con otros roles; 59,7% se movilizaba en automóvil y 97,2% reportó el uso de mascarillas en el trabajo.
En el transcurso de la investigación, 9,6% de los participantes dio positivo, 41% de estos positivos fue asintomático. Y, 55% dijo haber tenido contacto con al menos un individuo con prueba positiva para COVID-19.
La obesidad fue la comorbilidad más frecuente en los participantes (26,1%), seguida por la hipertensión (8,6%) y la diabetes (4,9%).
Los resultados mostraron que las variables asociadas a una mayor probabilidad de sufrir una infección por SARS-CoV-2 eran: sexo masculino (odds ratio [OR]: 2,07; intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: 1,11 a 3,86), realizar tareas administrativas (OR: 1,99; IC 95%: 1,00 a 3,96) y tener parientes que también trabajaran en el hospital (OR: 3,76; IC 95%: 1,47 a 9,57). Todas estas variables se ajustaron para considerar el hecho de vivir con más de tres personas y tener contacto con un caso positivo.
Por otro lado, los factores de protección ante la infección fueron: tener contacto con un caso positivo en el trabajo (incidence rate ratio [IRR]: 0,3: IC 95%: 0,15 a 0,99; p = 0,01) y utilizar mascarillas durante la realización de las actividades laborales (IRR: 0,19; IC 95%: 0,06 a 0,73; p = 0,01).
En búsqueda de campañas de prevención efectivas
Los resultados de la investigación en el Instituto Nacional de Cancerología coinciden con otros estudios, por ejemplo, entre febrero y marzo de 2020 un grupo de investigadores reportó 8,8% de casos positivos de COVID-19 entre los trabajadores de un hospital de Milán, Italia, una región fuertemente afectada por el virus.[2] La tasa de contagio coincide con la del hospital mexicano, pero en el caso italiano el mayor número de pruebas positivas se presentaron en el personal médico.
De igual forma, en España, un artículo reportó un cálculo de entre 4,7% y 5,3% de contagios entre los trabajadores de un centro de salud.[3] Los autores consideran que los casos positivos se deben al frecuente contacto con pacientes.
Debido a esto, la Dra. Reynoso y sus colaboradores se sorprendieron al encontrar un mayor riesgo de contagio entre el personal de oficinas y en el área secretarial.
“Quizá estos resultados no se pueden extrapolar a otros hospitales, pues otras estrategias de comunicación o de promoción a la salud podrían tener diferentes efectos, pero sí nos pueden alertar a todos a continuar con las medidas de protección personal, a no bajar la guardia incluso cuando el trabajador no trata directamente con los pacientes”, recalcó la investigadora.
Los autores del estudio se preguntan cómo desarrollar programas de prevención y promoción de la salud que incentiven la adopción de las medidas de protección tanto en la comunidad médica como en el personal que no está en contacto directo con los pacientes. Pero el reto es difícil, advirtió la Dra. Reynoso, quien también es encargada del Programa Integral de Prevención y Control de Cáncer en México.
“Hablando de cáncer y enfermedades crónicas es muy complejo lograr que la gente coma adecuadamente, que haga ejercicio o que deje de fumar, incluso entre el personal de salud. Con las enfermedades infecciosas pasa lo mismo. Tenemos que encontrar la forma de darle la información necesaria a la gente para que cada uno pueda. Porque a pesar de todas las capacitaciones y la educación sobre prevención, a un año del estudio, las personas relajan cada vez más las medidas de protección personal”, destacó.
Exceso de confianza durante la pandemia
La Dra. Alicia Estela López Romo, infectóloga y gerente corporativa de Epidemiología y Control de Infecciones en Christus Muguerza, institución privada de salud en México, comentó que la investigación en el Instituto Nacional de Cancerología presenta resultados muy interesantes que valdría la pena replicar en otros centros de salud.
En la experiencia de la especialista, externa a la investigación, el personal que está en atención directa a los pacientes con infección con SARS-CoV-2 podría ser más consciente del riesgo que conlleva contraer la COVID-19 y por ello llevar de forma más puntual las medidas de prevención de la transmisión.
“Una parte importante es que el personal de salud ve y entiende la evolución de la enfermedad. Creo que esto los hace más conscientes de lo que pasa si uno no se cuida. Además, en muchos centros, el proceso de capacitación y actualización de los manejos siempre está más enfocado al personal de salud, a los que están a cargo de los pacientes”, comentó a Medscape en español la Dra. López.
La infectóloga sugirió que enfocar las campañas solo en el personal médico puede deberse a la falsa creencia de que el personal administrativo o no expuesto a pacientes sospechosos no realiza una actividad de riesgo, cuando en realidad esto no es así. Además de que se debe reconocer que el riesgo de infección no está solamente en el hospital o en las áreas destinadas a pacientes con COVID-19, el riesgo existe fuera de cualquier unidad hospitalaria.
Ambas investigadoras enfatizaron que las medidas de protección personal siguen vigentes, la distancia social, el uso de mascarillas y el lavado de manos, después de más de un año de pandemia siguen siendo básicas para la prevención.
Aunado a esto, este año se cuenta ya con la estrategia de la vacunación, señaló la Dra. López.
“Tenemos que insistir en la vacunación del personal y sus familias y aun así, a pesar de estar vacunados, seguir respetando las medidas de protección. Hay que respetar las recomendaciones, capacitar al personal y actualmente, sobre todo, ampliar la vacunación”, concluyó.
Durante la primera mitad del año 2020 los trabajadores de la salud en México sufrieron la mayor tasa de fallecimientos por COVID-19 en el mundo y actualmente se informan 4.484 confirmados y 125 sospechosos en el país, en el transcurso de la pandemia.
La Dra. Reynoso y la Dra. López han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
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