Aunque sus edades eran similares, los pacientes con epilepsia tenían casi 1,5 veces más probabilidades de fallecer por COVID-19 que otros pacientes infectados en un sistema hospitalario durante los primeros 14 meses de la pandemia, según un nuevo estudio presentado en el Congreso de la American Epilepsy Society (AES) de 2021. Si bien los hallazgos son preliminares y aún no se han ajustado para varios factores de confusión, los autores dicen que son una señal de advertencia de que los pacientes con epilepsia pueden enfrentar mayores riesgos.
“Estos hallazgos sugieren que la epilepsia puede ser una afección preexistente que coloca a los pacientes en mayor riesgo de fallecer si son hospitalizados con una infección por COVID-19. Puede ofrecer orientación a los neurólogos al aconsejar a los pacientes sobre medidas preventivas críticas, como utilizar mascarillas, distanciamiento social y lo más importante, la vacunación”, comentó la autora principal, Claire Ufongene, estudiante de Icahn School of Medicine at Mount Sinai, en Nueva York, Estados Unidos.
La Dra. Ufongene indicó que hay datos escasos sobre los resultados de COVID-19 en pacientes con epilepsia, aunque destacó un metanálisis de 2021de 13 estudios que encontró un mayor riesgo de gravedad (odds ratio [OR]: 1,69; intervalo de confianza de 95% [IC 95%]: 1,11 a 2,59; p = 0,010) y mortalidad (OR: 1,71; IC 95%: 1,14 a 2,56; p = 0,010).
Para el nuevo estudio los investigadores buscaron retrospectivamente a 334 pacientes identificados con epilepsia y COVID-19 y a otros 9.499 pacientes con COVID-19 desde el 15 de marzo de 2020 hasta el 17 de mayo de 2021. Todos fueron tratados en hospitales dentro de la Icahn School of Medicine at Mount Sinai, en Nueva York, Estados Unidos.
Los grupos de pacientes con y sin epilepsia eran similares en algunos aspectos: 45% y 46%, respectivamente, eran mujeres (p = 0,674) y sus edades eran similares (media: 62 años y 65 años, respectivamente; p = 0,02). La composición racial también fue similar (los grupos no hispanos constituían 27,8% de los que tenían epilepsia y 24,5% de quienes no la tenían; la diferencia no fue estadísticamente significativa).
“Asimismo, más de las personas con epilepsia hablaban inglés (83,2% frente a 77,9%) y tenían seguro de Medicaid (50,9% frente a 38,9%), mientras que menos personas con epilepsia tenían seguro privado (16,2% frente a 25,5%) o hablaban español (14,0% frente a 9,3%)”, señaló la coautora del estudio, Dra. Nathalie Jette, M. Sc., neuróloga de Icahn School of Medicine at Mount Sinai.
En cuanto a los resultados, los pacientes con epilepsia tenían muchas más probabilidades de necesitar asistencia respiratoria (37,7% frente a 14,3%; p < 0,001), de ser admitidos en la unidad de cuidados intensivos (39,2% frente a 17,7%; p < 0,001), y de fallecer en el hospital (29,6 frente a 19,9%; p < 0,001).
“La mayoría de los pacientes con epilepsia que seguimos en nuestras prácticas que experimentaron COVID-19 ha tenido síntomas similares a los de la población general. Hay casos raros en los que COVID-19 puede provocar una exacerbación de las convulsiones en algunas personas con epilepsia preexistente. Esto no es sorprendente, ya que las infecciones en particular pueden disminuir el umbral de convulsiones y provocar convulsiones en personas que viven con epilepsia”, añadió la Dra. Jette.
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Pérdida del control de las convulsiones
¿Cómo podría estar relacionada la epilepsia con peores resultados en COVID-19? El Dr. Andrew Wilner, neurólogo y especialista en medicina interna en University of Tennessee Health Science Center, en Memphis, Estados Unidos, que está familiarizado con los hallazgos del estudio, dijo que COVID-19 en sí misma no puede empeorar la epilepsia. “La evidencia que sugiere que COVID-19 afecta directamente al sistema nervioso central es extremadamente limitada. Como tal, uno no esperaría que una infección por COVID-19 cause epilepsia o exacerbe la epilepsia. Sin embargo, los pacientes con epilepsia que padecen infecciones pueden estar predispuestos a una disminución del control de las convulsiones. En consecuencia, no sería sorprendente que aquellos con epilepsia que también tenían COVID-19 tuvieran pérdida del control de las convulsiones e incluso del estado epiléptico, lo que podría afectar negativamente a su hospitalización. Sin embargo, no hay datos sobre este fenómeno potencial”.
El Dr. Wilner sospechó que las comorbilidades explican la mayor mortalidad en pacientes con epilepsia. “Los hallazgos son probablemente más útiles porque llaman la atención sobre el hecho de que los pacientes con epilepsia son más vulnerables a una serie de comorbilidades y por lo tanto peores resultados con cualquier enfermedad aguda”.
En cuanto al tratamiento, el Dr. Wilner instó a sus colegas a asegurarse de que los pacientes hospitalizados con epilepsia “continúen recibiendo sus fármacos antiepilépticos, que es posible que ya no puedan tomar por vía oral. Es posible que deban cambiarse temporalmente a una formulación intravenosa”.
El Dr. Selim Benbadis, neurólogo en University of South Florida, en Tampa, Estados Unidos, sugirió que los fármacos anticonvulsivos pueden desempeñar un papel en el curso de la COVID-19 porque pueden reducir la eficacia de otros fármacos, aunque señaló que el fármaco en los tratamientos para COVID-19 estuvo limitado desde el principio. Instó a los neurólogos a que “eviten los viejos anticonvulsivos inductores de enzimas, como se recomienda generalmente”.
No se informó financiamiento del estudio. Los autores del estudio y el Dr. Benbadis han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente. El Dr. Wilner es asesor médico del programa de manejo de la epilepsia de CVS/Health.
Este contenido fue originalmente publicado en MDEdge, parte de la Red Profesional de Medscape.
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